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mayo - agosto - 2019 / 2(6)
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La modalidad mixta, dada su característica
particular de integrar la instrucción presencial y a
distancia, representa una opción necesaria para
ampliar el número de bachilleratos a gran escala.
Actualmente, diversos estudios demuestran
que las y los jóvenes de nuestras sociedades
pasan más horas frente a una computadora
o a dispositivos tecnológicos, conectados e
interactuando desde diversos lugares y con
distintos fines, lo cual impacta directamente en
su formación.
Esta modalidad no se entiende únicamente como un aprendizaje que
se complementa con el uso de recursos o materiales diseñados para
trabajar a distancia o virtuales, ni como el uso de tecnologías, medios
y recursos tecnológicos para el desarrollo de contenidos, sino que se
fortalece, además, con la interacción directa, cara a cara entre docente-
estudiante y estudiante–estudiante. Este es el reto de la modalidad
mixta, no sólo consiste en combinar procesos o tipos de instrucciones,
sino en identificar las necesidades reales de los y las estudiantes que
optan por esta alternativa y definir un modelo flexible, innovador y
pertinente.
La opción mixta es conocida también con el término anglosajón
blended learning o B-Learning, que es un modelo utilizado para diseñar
ambientes educativos mixtos. El término tiene tendencia con una
marcada raíz procedente del campo de la Psicología escolar, en la que
destaca la palabra “aprendizaje” como contrapuesta a “enseñanza”,
con la finalidad de enfatizar el papel del estudiante y que la enseñanza
se centre en él (Bartolomé-Pina, 2008 en Silva, Mendoza & Guarneros,
s.f., p. 2).
Estrategias de enseñanza y
aprendizaje en el bachillerato
mixto del CECAD UABJO
Antonio-Cruz