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enero - abril - 2021 / 4(11)
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esta cuarentena se ha alargado más de lo que se esperaba, son las
experiencias escolares; es decir, los encuentros con sus otros/as
compañeros/as, las risas y los juegos compartidos, las pláticas de
complicidad entabladas con sus amigos/as, todas esas vivencias
que se generan día a día con y en la convivencia escolar, inclusive
situándose como un elemento importante en la construcción de sus
identidades (Dubet & Martuccelli, 1998).
La pregunta al respecto es ¿qué pasa con esas experiencias
escolares ausentes que la tecnología, por más sofisticada que sea, no
puede producir ni reemplazar? Quizá por eso se coincida cuando Díaz-
Barriga (2020) afirma que se ha perdido la escuela, las aulas, y no sólo
refiriéndose al espacio físico, sino a todo lo que este entorno escolar
implica y suscita en la vida de los/as estudiantes y maestros/as. Hoy
estar en la escuela, ser estudiante, ser maestro/a entraña emociones
encontradas, retos y desafíos distintos, “nuevas” angustias, “nuevas”
preocupaciones; en fin, nuevas tensiones generadas desde los
pensares y sentires de los sujetos que le imprimen la razón de ser a
los procesos formativos y le transfieren sentido a la escuela. Con ello
queda claro que el medio escolar va más allá de un salón de clases,
un plan de estudios, un horario, unos contenidos… abarca relaciones,
interacciones, encuentros y desencuentros que se entretejen con
la convivencia diaria, con ese devenir cotidiano que envuelve a las
experiencias escolares y que le otorgan lógica y significado al ser
estudiante y ser docente.
En definitiva, los tiempos de COVID-19 han venido a resignificar lo
que es ser docente y ser estudiante; han marcado un parteaguas en
los procesos escolares en todos los aspectos y niveles de jerarquía.
Más allá de las críticas y optimismos, el sistema educativo mexicano
se enfrenta a un gran desafío que pone a prueba no sólo su capacidad
de respuesta, sino –sobre todo– su misión primera y última por la que
fue creado, la de educar y formar al pueblo de México. Conseguirlo
requiere del apoyo, colaboración y compromiso de toda la comunidad
mexicana, pero principalmente, demanda reivindicar la figura y función
Ser docente, ser estudiante
en tiempos de
contingencia sanitaria
Hernández-Aragón