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enero - abril - 2021 / 4(11)
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la falta de sensibilidad y perspectiva social de las autoridades
educativas, la ausencia de infraestructura y cobertura tecnológica
en las familias mexicanas en promedio, las desigualdades sociales
y económicas que reproducen las visiones y decisiones de los
directivos, la desvinculación de la escuela con la sociedad y con
la realidad; tan sólo por citar un número corto de problemáticas
derivadas del choque entre la educación formal y la contingencia
sanitaria.
Hoy queda corroborado que la tecnología no sustituye la función
de las y los docentes, ni los alcances formativos que implica una
escuela como espacio de encuentro y convivencia social (Dubet
& Martuccelli, 1998). La docencia, como profesión y experiencia
escolar, está signada por las relaciones entre personas, entre todos/
as los/as participantes que se involucran, directa e indirectamente;
por eso sus procesos se complejizan y dinamizan, de ahí que sea fácil
criticar desde afuera sin estar adentro.
Con los escenarios actuales, tal pareciera que la función de
enseñanza queda reducida al manejo de las plataformas digitales,
a la elaboración y acomodo de los materiales de estudio; pero la
docencia va más allá de una actividad técnica, toda vez que entraña
una acción profesional y compleja, pero también humana; esto es,
la docencia es una profesión de lo humano (Fierro & Fortoul, 2017),
debido a que no sólo es un trabajo que se ejecuta con, por y para
humanos/as, sino sobre todo por las relaciones que se entretejen con
colegas, estudiantes, padres y madres de familia, autoridades y con
uno/a mismo/a como profesor de forma intrapersonal o introspectiva,
derivada de la misma condición humana, por ello es que se sitúa
como un proceso abierto e incompleto.
En este marco de la docencia como profesión de lo humano,
habría que volcar la mirada hacia los sujetos, a quienes le dan vida
al proceso formativo, más allá de la infraestructura y las políticas
educativas ejecutadas. ¿Qué sucede con los/as docentes? ¿Qué pasa
Ser docente, ser estudiante
en tiempos de
contingencia sanitaria
Hernández-Aragón