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mayo-agosto - 2020 / 3(9)
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aldosterona (RAAS). En términos generales, la renina estimula la
conversión de angiotensinógeno en angiotensina I, después la enzima
convertidora de angiotensina (ACE) transforma la angiotensina I en
angiotensina II y finalmente esta angiotensina II induce indirectamente
la vasoconstricción, la reabsorción de sodio, potasio y agua, y por ende,
un incremento en la presión sanguínea (Figura 4). La alteración de este
sistema, por ejemplo, en pacientes hipertensos contribuye de forma
importante a provocar fallo cardiaco. La ACE2 regula la activación del
sistema RAAS, porque convierte angiotensina I en angiotensina 1-9, y
convierte angiotensina II en angiotensina 1-7. Al no haber angiotensina
II, baja la presión sanguínea (Figura 5); pero, además, la molécula
angiotensina 1-7 se une con otras proteínas, induciendo protección
contra fallo cardiaco (Gheblawi et al., 2020; Rico-Mesa, White &
Anderson, 2020).
Personas con afecciones cardiacas, hipertensión y en algunos casos
diabetes mellitus, generalmente son tratadas con fármacos inhibidores
de la ACE (ACEI) o con bloqueadores del receptor de angiotensina (ARB),
con lo cual se ha observado que se incrementan los niveles de ACE2 y
se protege contra fallo cardiaco o elevación de la presión. Sin embargo,
este aumento en los niveles de ACE2 aumentaría el ingreso de más
partículas de SARS-CoV-2 a las células. Los resultados de los pacientes
con COVID-19 son controversiales, ya que no todos los que presentaron
complicaciones por la infección o fallecieron fueron tratados con ACEI
o ARB. Algunos investigadores han encontrado que el incremento en
ACE2 podría inhibir la inflamación exacerbada, por lo que tendrían un
efecto benéfico, e incluso se ha afirmado que el uso de ACEI y ARB no
tiene influencia sobre la morbilidad o mortalidad por COVID-19. Por lo
anterior, podemos concluir que la infección por SARS-CoV-2 induce un
desequilibrio entre el sistema RAAS y ACE2/angiotensina1-7 y que este
desequilibrio podría tener efectos distintos en cada individuo. Por ello,
actualmente se recomienda que las personas infectadas con COVID-19
que ya son tratadas con ACEI o ARB continúen con estos tratamientos,
además del que se les ha indicado para el COVID-19 (Gheblawi et al.,
2020; Patel & Verma, 2020; Rico-Mesa, White & Anderson, 2020).
¿Cómo nos enferma el
SARS-CoV-2?
Rodríguez, Rodríguez & Romero